Deberían registrarse abundantes precipitaciones en las próximas semanas para comenzar la siembra.
La sequía no terminó. La frase se repite una y otra vez en el diálogo cotidiano entre quienes todavía no salen de su asombro ante la desastrosa cosecha gruesa que semana tras semana achica a nivel productivo. Pasan los días y las lluvias abundantes no aparecen. Según la zona en la que se ponga el ojo, se necesitan entre 100 y 200 milímetros de agua para comenzar con la siembra de trigo, aunque las regiones más apremiadas por la falta de agua son las que tienen la fecha de siembra más próxima en el calendario.

Miguel Cane, titular de la Asociación Argentina de Productores de Trigo, confirmó a Agro Noticias que “hay seca en muchas zonas, como el oeste y norte de Buenos Aires, sur de Santa Fe, sur de Córdoba, entre otras, que están necesitando agua. Dependemos del clima, porque sino no se va a sembrar.
Sin embargo, un trabajo reciente publicado por la Bolsa de Cereales de Buenos Aires indica que sobre la base de datos relevados para la precampaña de cultivos de invierno 2023/24 se proyecta una superficie de trigo de 6.700.000 MHa. El cimiento de esa afirmación radica en las altas chances de que se registre un evento climático “El Niño” durante la primavera.
Desde el sector empresario, cada uno de los eslabones que aportan productos, insumos, conocimiento y tecnología observan ambas realidades y con un alto porcentaje de información y otro tanto de deseo, comienzan a tomar decisiones y a planificar una campaña que desde el inicio interpela con grandes desafíos.

En el caso del trigo, uno de los aspectos fundamentales es la decisión de qué cereal se va a sembrar. Joaquín Bosco, gerente comercial de Grupo Bee -uno de los principales multiplicadores de semilla Don Mario- recomendó en diálogo con Ámbito que sería muy importante tomar posición en la compra de semillas. “En cuanto a las variedades, vemos que el mercado argentino esta en un 65% en ciclos intermedios – largos y el resto en ciclos intermedios – cortos. Creo que si no hay lluvias se puede generar un problema de abastecimiento de semillas porque el mercado no esta preparado para dar vuelta esa tendencia rápidamente…”

 

Hay una realidad. Si los perfiles no están recargados, lanzarse a sembrar puede ser un salvavidas de plomo porque si bien muchos productores necesitan generar trigo por cuestiones financieras, hacerlo sin agua sería tomar riesgos innecesarios y no sería negocio depender exclusivamente del pronóstico hacia el invierno.

 

Francisco Larraburu, asesor técnico de Kioshi Stone, coincidió al señalar que “todos estamos expectantes a ver qué pasa con las lluvias y la toma de decisiones se va a correr sobre las fechas de siembra”. “Nosotros proponemos una estrategia para elevar los rindes en los cereales de invierno que se inicia al preparar los lotes con correctores de suelo. La sequía remarcó fuerte los problemas de salinidad, entonces el productor que detectó eso es importante que busque una solución porque es un tipo de degradación del suelo que disminuye la capacidad productiva. En nuestro caso ofrecemos vivificantes de semilla, que potencian la implantación y mejoran el desarrollo radicular, con mucho foco en la nutrición con nitrógeno y zinc. Estamos viendo muy buenas respuestas en gramíneas, tanto en fina como en gruesa”. Por donde se intente abordar la campaña de trigo, el agua fue, es y será protagonista. No solo por lo que ocurra en el futuro cercano sino también por las consecuencias que dejó una sequía que obligará a repensar las estrategias productivas, donde el control temprano de malezas también pica en punta como parte de la estrategia a seguir.

 

Juan Caporicci, gerente de Servicio Técnico de FMC, explicó a Ámbito que para la próxima campaña “hay muy buenas intenciones de siembra, porque es la necesidad que tiene el productor para seguir en el ciclo agrícola. Pero mas allá de las intenciones, va a ser muy difícil que alguien ponga una sembradora en el lote si no tiene los milímetros de agua necesarios en suelo”.

 

Según Caporicci, “todo año seco hace que el cultivo no se desarrolle correctamente entonces no puede competir como debe contra las malezas. Eso genera que el banco de semillas se puede haber acrecentado y las malezas se van a ir expresando durante el periodo de barbecho. Para seguir en el ciclo productivo, una maleza no nos puede robar ni un milímetro por eso debemos tener barbechos que nos permitan acumular agua. Debemos protegerlos y tenemos productos para hacerlo, con inversiones acordes a esta etapa del año, en el rango de 6 a 8 dólares por hectárea”.

 

A medida que avanzan las cosechadoras en la gruesa, se va cerrando una campaña para el olvido pero al mismo tiempo -con los barbechos- comienza la esperanza de una nueva.

 

La campaña 2023/24 tendrá a la lluvia como protagonista, pero no será el único aspecto a observar: desde la Bolsa de Cereales de Buenos Aires advierten como punto positivo una baja en los costos de insumos claves para la producción como fertilizantes y herbicidas, un favorable escenario de precios para el trigo manteniéndose por encima del promedio de los últimos cinco años y una mejora de la relación insumo/producto respecto a la campaña pasada, posicionándose como una de las mejores respecto a los últimos años. Esa es la base del optimismo para pensar en 6,7 millones de hectáreas.

 

El reloj comenzó a correr para miles de productores que imploran por lluvias para salir a sembrar, con la idea de empezar a recuperar algo de lo perdido por la sequía en las últimas campañas.