Hasta la isla San Alonso es más o menos media hora de lancha desde el portal San Nicolás, ubicado en el pueblo de San Miguel (sí, todos nombres de santos), a unos 160 kilómetros de la capital de Corrientes. San Nicolás es uno de los tantos portales turísticos de acceso al Parque Nacional Iberá, un área protegida de 158.000 hectáreas en el corazón de los esteros correntinos.

Vamos rumbo a la isla San Alonso de 11.000 hectáreas, que más que una isla tal como lo que se dibuja en nuestra mente ante esta palabra, se trata de una lomada arenosa que sobresale del estero y está rodeada de embalsados que son una especie de “alfombra” de plantas entrelazadas que flotan sobre el agua y son típicos de esta zona.

Actualmente, la isla es el lugar del “rewilding”, es decir donde se llevan adelante proyectos de reintroducción de especies extintas, como el yaguareté y la nutria gigante, entre otros. Las viviendas y las “oficinas” (que no son tales sino lugares de monitoreo o de encuentro) tienen su base en el casco remodelado de lo que años atrás fue una estancia ganadera llamada San Alonso. Hoy en la isla quedan solamente dos pobladores, que viven a varias horas de caballo del casco y entre sí; ambos se dedican a la ganadería en pequeña escala.

El proyecto más icónico y emblemático de rewilding o reintroducción de especies extinguidas es el de yaguareté, el mayor felino de América y uno de los mamíferos más amenazados de Argentina, del cual solo quedan unos 250 ejemplares en todo el país. En Corrientes la especie había desaparecido hacía 70 años, hasta que en enero de 2021 se liberaron con éxito los primeros tres ejemplares (una hembra con dos cachorros).

Pero vayamos paso a paso en el tiempo.

En 2012 Fundación Rewilding Argentina comenzó la construcción de corrales para lo que sería el Centro de Reintroducción de Yaguareté. Eran de dimensiones titánicas (este animal necesita mucho espacio para moverse), sobre todo el de “presuelta”, que tiene 30 hectáreas y que se utiliza para la etapa final hasta de que el felino sea liberado al territorio para que haga su vida en libertad.

Hasta ahora se liberaron nueve animales, cinco adultos y cuatro cachorros y hoy ya son 21 los yaguaretés presentes en el Iberá dado que han logrado reproducirse. Los cinco adultos liberados tienen collar de monitoreo que se van cambiando cada tres o cinco años, según la duración de la batería. El cambio se realiza con un método de captura para lo cual primero se utilizan las cámaras trampa para detectar los caminos que más frecuenta el animal; una vez que se tiene esta información se lo captura con una trampa lazo y luego se le aplica un dardo de adormecimiento, tarea para la cual siempre hay un veterinario presente. 

Los monitoreos a los animales sueltos se realizan de forma constante porque el objetivo de los proyectos de reintroducción de especies es garantizar que los animales liberados se autosustenten y repliquen la forma de vida previa a la intervención humana y que lo llevó a la extinción debido a la modificación de su hábitat, la pérdida de sus presas y a la caza. 

“El yaguareté es una especie esencial para mantener la salud y la integridad de los ecosistemas silvestres, además de tener el potencial de convertirse en un atractivo de primer orden para los turistas que visitan Argentina en busca de su fauna silvestre y paisajes naturales”, resume Sebastián Di Martino, director de conservación de Fundación Rewilding Argentina. “Hemos lanzado el programa Soy Guardián del Iberá a través del cual los pobladores de las zonas cercanas a San Alonso nos avisan si ven un yaguareté, información que complementa los datos que recogemos de los ejemplares que tienen collar. Hay mucho entusiasmo entre la gente por tener de vuelta al yaguareté”. 

Otro gran trabajo de rewilding que se realiza en San Alonso es con la nutria gigante o lobo gargantilla, que es la especie de nutria más grande del mundo que puede llegar hasta los  1,8 metros y que hace 40 años que está extinta en Argentina. Era un depredador tope de los ecosistemas acuáticos de Corrientes, donde se alimentaba de peces y yacarés y que era posible ver en el Paraná hasta mediados del siglo XX.

El trabajo con esta especie comenzó en 2019 y uno de los mayores desafíos fue construir los corrales, ya que tienen la particularidad de estar mitad en el agua y mitad en tierra. Una vez sorteado ese obstáculo vino otro: la gran sequía de los últimos tres años y los incendios, que obligó a trasladar a los animales para ponerlos a salvo. Hoy ya son tres grupos familiares de nutrias viviendo en los corrales y pronto serán cinco. Se estima que las liberaciones se realizarán a fines de este 2024.

Ahora bien, ¿por qué es importante el rewilding? “Porque algo hay que hacer”, resume y enfatiza Di Martino. “El nivel de degradación de los ambientes naturales y de pérdida de fauna ha alcanzado niveles tan alarmantes que ya no nos podemos conformar con cuidar lo que queda, sino que hay que restaurar lo que se perdió. Además, esta degradación es la que explica todas las crisis ambientales que estamos viviendo: cambio climático, pérdida de biodiversidad y surgimiento de pandemias… En esencia: sin rewilding vamos a un escenario cada vez más fatídico para nuestra propia supervivencia”.

La entrada La Fundación Rewilding armó corrales en medio de los esteros del Iberá para poder reintroducir especies en peligro, como el yaguareté y la nutria gigante se publicó primero en Bichos de Campo.

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