El Grupo Roberto Forzani lleva cuatro décadas apostando a crecer con innovación y una de sus últimas inversiones fue una planta totalmente automatizada y robotizada, con maquinarias únicas en Argentina. Un sueño: exportar pastas congeladas.

¿En la Argentina hay un molino automatizado que puede trabajar las 24 horas los siete días de la semana con un solo operario?

Sí. Se trata del Molino Esmeralda, ubicado en la localidad homónima de 800 habitantes en el oeste de Santa Fe.

Su construcción requirió la inversión de más de U$S 7 millones por parte de una empresa familiar que nació en los años ‘80 como un emprendimiento de siembra para terceros y de a poco se convirtió en un grupo con cuatro unidades negocios.
Pero las casi cuatro décadas de historia del Grupo Roberto Forzani hablan más que de negocios y crecimiento empresario. Agustín Forzani, Gerente de Estrategia y Nuevos Negocios del grupo, e hijo de quien inició el camino, relató ante Infocampo los pormenores del camino que incluyen la inserción en la comunidad y una visión de aprovechar recursos y trabajar en equipo.

DE CONTRATISTA A EMPRESARIO
En 1984, por diferencias de criterio en el manejo del negocio familiar agropecuario, Roberto Forzani se lanzó a trabajar por su cuenta como contratista rural en Esmeralda.
Con el tiempo fue alquilando tierra para hacer su propia siembra, hasta que en 1992 compró un campo. A partir de ahí fueron cayendo las fichas de dominó: en 1995 armó los primeros silos para almacenar su producción y dar servicio de acopio; en 2007 entró al negocio ganadero en Santiago del Estero que luego expandió al centro de Santa Fe y Córdoba; y en 2019 inauguró el molino.

Los números hoy del Grupo Roberto Forzani indican que administra 10 mil hectáreas agrícolas, entre propias y arrendadas, y 8.000 de ganadería, también en parte bajo alquiler, con un rodeo de 10.000 cabezas Brangus y cruzas.

Además, el acopio tiene capacidad para 100.000 toneladas y mueve entre 150.000 y 160.000 anuales, de las cuales unas 60.000 son de trigo, 50.000 de soja y el resto maíz y girasol, entre otros cultivos de menor volumen.

En conjunto, el grupo genera unos 150 puestos de trabajo directos.

UN MOLINO EUROPEO EN MEDIO DE LAS PAMPAS
En el caso del molino, procesa 60.000 toneladas de trigo al año y el objetivo de levantarlo desde cero fue crecer en valor, aprovechando al máximo las fortalezas de la empresa.

La idea provino de Franco Forzani, el hijo mayor de Roberto y hoy gerente Operativo del acopio y el molino, quien vio la oportunidad que representaba el expertise de años de trabajo en la segregación de trigo.

Así su hermano Franco tomó la posta y comenzó a pensar en instalaciones modernas y eficientes, con el sueño de hacer un molino automatizado, que se manejara solo. Para eso se capacitó en Estados Unidos y luego en Suiza, donde el avance de la automatización hace que haya fábricas que trabajan las 24 horas casi sin operarios.

La planta produce hoy entre 180 y 200 toneladas por día y cuenta con maquinarias de punta que les permite procesar el trigo hasta llegar a una altísima calidad de harina. Si bien la automatización es argentina, la mayoría de los equipos de procesamiento y robótica fueron importados de Alemania, Estados Unidos, Corea del Sur y China.
En la Argentina no hay máquinas que nos permitan llegar al nivel de calidades que pretendemos. Por ejemplo, hace poco agregamos un equipo alemán con sensores para sacar los granos negros. El trigo pasa, un infrarrojo los detecta y se eliminan antes de que lleguen a molerse. Eso evita que tengas puntos negros en la harina y logres un producto más blanco y puro como el que necesitan las fábricas de tapas de empanadas y tartas. Son máquinas carísimas, pero aumentan mucho la productividad”, explicó.