Relevamos el estuario más ancho del mundo para determinar las mejores zonas de captura de pejerreyes, bogas, tarariras, dorados, mimosos y patíes. Un grand slam de otoño que no falla ni en épocas de sequía.

 

Todo esto podemos capturar en el Río de la Plata durante el mes de abril: bagre de mar (en este caso pescado con calamar), hermosos patíes (con anguila viva) y los primeros pejerreyes de la temporada invernal que ya están ni bien empezó el otoño.

Aunque con muchas imprecisiones, sin datos concretos, esperando soluciones, pidiéndole a la madre Naturaleza por lluvias y otras cosas, seguimos hablando de lo influyente que está siendo la sequía en el paraíso de la pesca deportiva. Desde hace un tiempo a esta parte es casi lo único que se comenta, sea porque debemos buscar ámbitos que no se encuentren afectados por la falta de agua o porque están tan desprovistos de ella que ni vale la pena concurrir. Lagunas, canales y arroyos son, sin duda, los más afectados –siempre hay excepciones–, tal vez por ello encontramos en los ríos mayores un buen escape y un gran recurso para satisfacer nuestras necesidades de pescador deportivo.

El gran salvador

Nuevamente, entonces, la opción es el Río de la Plata, ese mismo al que muchas veces se lo denigra con hechos y palabras, pero que siempre nos responde con un gran respeto pesqueril. Y esta vez la idea era relevarlo en una gran extensión de Sur a Norte y destacar algunas de las especies más buscadas en él: pejerrey, boga, tararira, dorado, patí y bagre de mar. Cada una tratamos de pescarla en los lugares que nos parecieron más convenientes para la época, aunque todas pueden compartir sitios con otras. A continuación, entonces, las especies que vamos a encontrar durante todo el año, con excepción del bagre de mar, o al menos eso es lo que pensábamos, ya que desde hace tiempo lo pescamos en meses que durante años nos parecía imposible, pero hoy son una realidad.

El pejerrey es –quizás– una de las especies más buscadas, y para intentar su pesca debemos usar cañas telescópicas o en tramos de 4 a 4,50 m de largo, reeles frontales o rotativos chicos y medianos cargados con hilo multifilamento de 0,14 al 0,20 mm (a veces el grueso se usa más por el viento o los enredos que por lo que la pesca en sí misma amerita), y líneas de tres boyas que pueden ser de madera balsa como las Criterio Nº 30, 19/1, 8/2 o las Cribal Nº 226/1 o 220/1, ambas en diferentes colores. La elección es las que más vean los pescadores al momento de estar con las líneas en el agua, aunque podemos ayudar diciendo que siempre con sol de frente conviene utilizar colores mate (como el negro, fucsia o naranja). Para completar usamos brazoladas de entre 5 y 30 cm de largo, encarnadas con mojarra viva o salada, pero también podemos utilizar filet de dientudo o sardina fresca.

Equipos por especie

Metiéndonos ahora en la pesca de la boga, también llamada la dama del río, podemos destacar que se trata de una pesca singular con un carácter deportivo tremendo, que ilusiona a cualquiera que vaya a intentarlo. Para esta actividad, siempre hablando de embarcados, utilizamos cañas de 2,10 a 2,50 m de largo, de acción de punta, 14 a 17 lb de resistencia (1 lb = 0,453 kg), reeles frontales o rotativos medianos cargados con nylon de 0,25 o 0,28 mm, y líneas fijas o corredizas de uno o dos anzuelos. Podemos dar como excepción la pesca de bogas en los malecones de Berisso, donde quizás vamos a utilizar una carga más gruesa en el reel, y líneas armadas con nailon de 0,50 mm y brazoladas del 0,40 (son el fusible ante un enganche).