A veces una gran noticia puede esconder una pésima noticia sin que la mayor parte de la población se entere de qué está realmente sucediendo hasta que es demasiado tarde.

El pasado mes de febrero se realizó un acto para anunciar la firma de un convenio entre Santa Fe y la Agencia Francesa de Desarrollo (AFD) por medio del cual se puso a disposición de esa provincia un crédito por 65 millones de euros para “el cuidado del ambiente”.

El crédito, según se anunció, se destinará a “la construcción de ecorefugios, áreas campamentales, centros de interpretación (sic) y espacios dedicados a la educación ambiental”, además del “mejoramiento de senderos, la recuperación de espacios naturales, la construcción de muelles flotantes, entre otros proyectos de renovación para la conservación y el ecoturismo”.

El evento se comunicó como “un hito histórico, ya que se trata del primer préstamo directo de la AFD a una provincia argentina sin garantía federal”, aunque lo que no se dijo es que la garantía del préstamo es la coparticipación federal de impuestos correspondiente a la provincia.

El crédito en cuestión, aprobado por la Legislatura de Santa Fe el 4 de enero de este año, comprende un plazo de diez años con una tasa Eribor a seis meses (actualmente en 3,9%) más 522 puntos y un punto adicional por comisiones.

En el acto realizado el mes pasado estuvieron presentes el gobernador santafesino Maximiliano Pullaro, el ministro de Europa y Asuntos Exteriores de Francia, Stéphane Séjourné, y el ex gobernador de la provincia Omar Perotti.

La presencia de Perotti no fue casual, porque el ex gobernador fue el impulsor del crédito otorgado por AFD en el marco de un plan para crear un área de conservación de unas 150.000 hectáreas dentro del Sitio Ramsar Jaaukanigás.

La cuestión es que esa área de conservación pretendida –que implicaría quitar definitivamente de producción un área de 150.000 hectáreas– está comprendida en una superficie protegida total de 492.000 hectáreas que ya está vigente desde 2001 bajo la denominación “Sitio Ramsar”.

La iniciativa promovida en su momento por Perotti se hizo de la mano de una propuesta de Wyss Foundation, una organización que en los últimos años transfirió millonarios subsidios a las organizaciones Aves Argentinas, Fundación Rewilding (ex Fundación Flora y Fauna) y Fideicomiso Parques Naturales; la inscripción de este último –gestionado por Fundación Rewilding– fue denegada a fines de 2022 por la Inspección General de Justicia al entender que no cumplía con los requisitos de un fideicomiso.

Un crédito por un monto tan importante –65 millones de euros es una enormidad para una provincia– y con un costo tan oneroso sólo sería viable para financiar la construcción de una obra de infraestructura que, gracias a las mejoras de competitividad logradas, permitiese incrementar la actividad económica y así disponer en el futuro de los recursos necesario para repagar el préstamo, algo que difícilmente se pueda llegar a hacer cobrándole entradas a grupos de mochileros que visiten “ecorefugios” y “áreas campamentales”.

El drama es que el crédito, además de representar una calamidad financiera para la provincia, se anunció como “clave para que Argentina alcance la meta 30×30 del Marco Mundial de la Biodiversidad, que insta a transformar el 30% de superficie de nuestro planeta en áreas protegidas hacia el año 2030”.

Un país devastado, con una crisis económica gravísima y más de la mitad de la población en situación de pobreza, no puede alegrarse jamás por el hecho de tomar un crédito para retirar zonas de producción, especialmente si se trata de una nación de base agroindustrial que vive de las divisas generadas por el campo.

Y si la Agencia Francesa de Desarrollo está tan preocupada por la conservación del ambiente, en lugar de un crédito que comprometa la situación financiera y económica de una provincia de un país empobrecido, debería realizar un aporte no reintegrable. Después de todo, el componente social también debería ser parte del concepto de sostenibilidad a menos, claro, que se considere que, si bien todas las personas del mundo son iguales, algunas son más iguales que otras.

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