La Mesa de las Carnes, formada por más de treinta entidades de esa cadena productiva, nació a fines de 2015, en el ocaso del segundo gobierno de Cristina Kirchner, para intentar poner fin a una larga historia de intervenciones sobre ese negocio, cuyas caras más visibles fueron Guillermo Moreno o Ricardo Echegaray, y cuyo resultado más evidente fue la reducción violenta del stock vacuno, un achicamiento histórico de las exportaciones de carne y la desaparición de miles de puestos de trabajo.
El veredicto de la historia ha quedado claro y quedó reflejado en la estadística pública.
En el gobierno de Mauricio Macri, el ex presidente mostró una fuerte predilección por ese bloque empresario que buscaba reestablecer un sendero de crecimiento: incluso se reunió más de una docena de veces con la famosa Mesa sectorial, en la que abrevaban productores, frigoríficos, matarifes, consignatarios, cabañeros y también las grandes plantas exportadoras del Consorcio ABC. Por suerte, en esa etapa los indicadores de caída de la actividad pudieron comenzar a revertirse rápidamente.
Lo mismo se intentó sin suerte a fines de 2019, cuando el kirchnerismo volvió al poder. Pero tanto el presidente Alberto Fernández como sus sucesivos ministros de Agricultura o de la Producción desecharon la posibilidad de seguir con un trabajo colectivo, en base a planes de largo plazo para volver a reposicionar la carne vacuna argentina en los mercados internacionales, haciendo crecer el stock y la productividad ganadera, volcando recursos en todo el interior que produce bovinos.
En marzo de 2021, cuando el anterior gobierno primero intervino la ex ONCCA para volver a reimplantar los permisos de exportación de carne vacuna (DJEC), la medida fue comunicada y negociada en soledad por el presidente Fernández con la cúpula del Consorcio ABC, que agrupa a una veintena de empresas exportadoras (entre ellas los grandes grupos brasileños) que explican 80% de las exportaciones, pero solo el 30% de la faena de vacunos en la Argentina. Es que el consumidor interno sigue siendo el principal cliente de la carne, con 75% de las compras totales.
A partir de allí, la Mesa de las Carnes comenzó a ser apenas un fantasma de lo que había sido y los intentos colectivos de fijar una agenda común a todos los actores de la cadena fueron infructuosos. El Consorcio ABC, presidido por el histórico Mario Ravettino, se convirtió en casi el único interlocutor del gobierno kirchnerista frente a todas las discusiones que tenían que ver con la carne. Más de treinta entidades se quedaron con la ñata pegada al vidrio, fuera por completo de cualquier negociación.
Ravettino entonces aparecía reuniéndose periódicamente con el ministro Matías Kulfas, o con el secretario de Comercio de turno, o con el gobernador Axel Kicillof. El Consorcio ABC era quien acordaba los precios cuidados para la carne de sus propios socios, los cupos de exportación fijados secretamente para las diferentes empresas, e incluso medidas sanitarias como el cuarteo obligatorio de la media res, que se impulsó decididamente pero nunca pudo llegar a aplicarse por… la resistencia de quienes la miraban de afuera.
El año pasado, con los nuevos aires de renovación de la política nacional y la perspectiva de un nuevo gobierno, la Mesa de las Carnes tuvo un intento de resurrección: en setiembre de 2023, cuando se avecinaba una derrota del oficialismo, presentó un nuevo documento llamado “Lineamientos estratégicos para la carne bovina”, que había sido redactado por la Fundación FADA y tenía la firma de casi todos los actores, incluyendo las entidades de la Mesa de Enlace y el propio Consorcio ABC. Si faltaba alguien, era una rareza. El espíritu colectivista volvía a reinar entre sus integrantes.
Pero debe suceder que lo “colectivo” es una mala palabra para los libertarios que acompañan a Javier Milei en su mandato, porque el gobierno se mostró muy lejos de querer rearmar un espacio de discusión sectorial que contenga a todos los actores. Tampoco parece estar en el horizonte inmediato la posibilidad de desplegar algunas de las políticas de largo plazo que reclamaba ese grupo cuando funcionaba como tal.
En este escenario, sucedió lo previsible: los grandes empresarios del Consorcio ABC volvieron a desmarcarse del pesado lastre del resto de la cadena para entablar negociaciones directas con los funcionarios nacionales que cortan el bacalao. O reparten el bife, para seguir en la lógica carnicera.
El Consorcio ABC informó que este lunes sus principales directivos fueron recibidos por el ministro de Economía, Luis Caputo, y por el secretario de Industria y Desarrollo Productivo, Juan Pazo, quien ocupa ese puesto de modo formal, pues es los hechos actúa como una suerte de súper secretario coordinador de las áreas productivas de la cartera económica. En este rol, Pazo ha intervenido directamente en muchas de las discusiones que le tocaba asumir al secretario de Agricultura, Fernando Vilella, a quien le han sacado incluso el control de los resortes administrativos de su enflaquecida cartera.
El acercamiento del Consorcio ABC con quienes deciden en Economía en este tramo del gobierno de Milei se profundizaría en las próximas horas: para este miércoles estaba prevista una visita de Caputo al frigorífico Gorina, ubicado en las cercanías de La Plata y perteneciente al vicepresidente de la entidad, Carlos Riusech.
Será más que significativa esa fotografía, pero no tanto por la construcción de acuerdos entre los frigoríficos exportadores con el sector público sino especialmente por lo que implica para el resto de la cadena de ganados y carnes: como una continuidad del kirchnerismo, la posibilidad de volver a mirarla de afuera está más que latente en el gobierno del libertario.
Y eso es clave por una sencilla razón: la agenda no la fijan todos (o al menos la mayoría) sino un sector muy parcial (aunque importante) de la cadena, que por lógica intentará imponer sus propios intereses.
En ese sentido, la gacetilla del Consorcio ABC que comentó sobre la reunión de Ravettino y Riusech con Caputo y Pazo también informó que en la reunión la entidad privada pudo “presentar su propuesta de trabajo”. Así las cosas se habló sobre “exportaciones de carne, consumo en el mercado interno, cuestiones sanitarias, informalidad de la cadena y apertura de mercados”.
¿Qué hace una entidad de frigoríficos exportadores hablando sobre el mercado interno de carne? Para el Consorcio ABC, la modernización del mercado argentino de carne vacuna es la madre de las batallas, pues allí compiten por la compra de la materia prima (el ganado) con decenas de otros operadores, matarifes y frigoríficos consumeros. La Argentina es el país del mundo con menos concentración en la compra de hacienda para faena.
Es decir, es mucho lo que está en juego. Mucho. Tanto que es necesario encender una luz de alerta cuando esta discusión se concentra en una pocos actores de una cadena productiva que es muy numerosa, muy diversa, y que está dispersa en toda la geografía.
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