Desde los dos años, Faustino cambia cualquier actividad por participar de las competencias. Una historia de compañerismo y pasión por los animales.

 

Es el segundo día de la Expo Nacional de Razas de Corrientes y comienzan las juras de la raza Braford, se trata de la exhibición en la pista de los mejores ejemplares de cada cabaña que compiten y son evaluados por los jurados.

 

Allí, desde muy temprano, junto a su padre, ya está Faustino Fogliatti, ataviado impecablemente con sus botas color suela de caña alta, sus bombachas, camisa a cuadros, chaleco y boina. Con sus siete años es el presentador de animales más chico en la pista de la Sociedad Rural correntina en el predio de Riachuelo. Las juras finalizaron muy entrada la tarde y se repitieron al día siguiente. Y ahí estuvo él, de punta a punta, firme y feliz, jugando el papel que más le gusta.

 

Faustino es hijo de Germán Fogliatti, un joven veterinario y asesor en genética bovina en distintas cabañas desde hace doce años. Por eso, es un asiduo concurrente a todas las exposiciones ganaderas. Hace tres años, él y su esposa se embarcaron en la creación de la cabaña San Carlos, de las razas Braford y Brangus, en General Vedia, Chaco y en poco tiempo alcanzaron grandes logros.

 

En 2022, en la presentación de la primera camada de San Carlos, se alzaron con el primer premio con Victoria, la Gran Campeona en el Mundial Braford. Este año, en la competencia nacional, presentan terneros, terneras, vaquillonas, vacas y toros con “bastantes esperanzas”.

 


Faustino Fogliatti presentando animales en la pista de Corrientes

“Yo trabajo en genética ganadera hace muchos años. Con una donante de embriones empezamos a hacer nuestras propias crías sobre unas vacas que teníamos y fueron naciendo los productos, y es con lo que estamos participando en las exposiciones”, cuenta Germán.

 

Desde que nacieron sus hijos, tanto Paulina, de 11 años, como Faustino, lo acompañan a cada una de las muestras. “Yo vengo a presentar animales desde los dos años”, dice el pequeño.

Faustino adora estar en la cabaña. “Antes iba mucho al campo pero ahora no puedo porque estoy en la escuela todo el día, no me dejan; a mí me gustaría ir más”, comenta con cara de “no me gusta esto”. En época escolar solo puede ir los fines de semana. Es que hace doble escolaridad, “voy desde la mañana retemprano hasta la tarde a dos escuelas: una de inglés y otra de castellano”, explica. Y después tiene entrenamiento, “hay días de taekwondo y otros días de rugby”, señala.

 

Cuando va al campo, lo que más le gusta es “andar a caballo, arrear a las vacas hasta la manga y correrlas nomás por diversión, para molestarlas”, repasa entre risas. Además, junto a Germán, preparan los ejemplares para la exposición. “Buscamos a los animales que estén en condiciones, los más lindos, y los comparamos, al que está más lindo lo llevamos”, relata Faustino que está aprendiendo de la mano de su padre a distinguir los atributos de calidad de las razas.

 

“Se le mira el ancho de la parte de atrás, el lomo y la cabeza, tiene que tener cabeza mocha con una anteojera, la altura, las ubres, todo eso”, enumera el niño. “Lleva mucho años aprender, y mirar muchas vacas”, agrega su papá.

 

Germán y Faustino Fogliatti, grandes compañeros en las pistas y en la vida.

 

“Hoy tratamos de que ellos acompañen la actividad que les gusta, que disfruten sin obligaciones, que sigan disfrutando de la ganadería que a nosotros nos apasiona y creo que naturalmente a ellos también les va apasionando”, expresa Germán. “A mí también me apasiona. Quiero hacer lo mismo cuando sea grande”, asegura Faustino. Dice que piensa ser veterinario. Y cuando se le pregunta si va a ayudar a su papá en su cabaña “cuando sea viejito”, no duda: “¡La cabaña ya es mía!, sostiene entre risas.

“El problema es que no quiere vender, no me deja vender nada porque se encariña con los animales, como con una mascota”, cuenta Germán. “Querían vender unos embriones de la Victoria, yo pensé que la iban a vender a ella y no lo dejé. Nunca lo dejé pero la quiso vender igual”, dice Faustino. En realidad, aclara Germán, “le explicamos que se vendió la mitad de la Gran Campeona pero sigue estando con nosotros en el campo”.

Hoy tienen en producción un plantel de 550 madres y 20 donantes de embriones en la cabaña, con un planteo de selección muy importante. “Hacemos recría y venta de toros, semen y embriones. El fuerte es la venta de animales de elite, de alta genética”, indica el veterinario. En el esquema, solo incluyen la agricultura para hacer algo de sorgo con destino a forraje.

 

A Faustino lo que más le gusta es la cabaña. “Desde que se levantan los animales los llevás a un lugar, a veces hay días de inseminación, se les da de comer, a veces los tenemos que ver para decidir si los llevamos a la exposición, se bañan”, cuenta.

Las vacas están cerca de la casa, se alimentan a pasto, con pasturas subtropicales y reciben suplementación. “Se les hace un seguimiento reproductivo, sanitario, con una suplementación estratégica de acuerdo con el período en que se encuentren. Después, a determinada edad se les da servicio. Y cuando viene la época de exposiciones, a diario se las empieza a bañar más seguido, se las pone bajo techo unos quince días antes para que se vayan acostumbrando, se les corta el pelo, se les hace las pezuñas, como una modelo”, detalla Germán.

A simple vista, se nota que la relación entre los dos es de amor y complicidad. “Me gusta trabajar juntos con mi papá, somos muy compañeros, él me enseña mucho”, expresa Faustino.

“Nosotros compartimos un montón, esto tiene mucho de pasión. La verdad es que en el caso de él, tomó un lugar que lo ocupa divirtiéndose, jugando, y toma sus responsabilidades. A veces nosotros, con mi señora, nos sorprendemos por la forma en que lo hace, se levanta solo, se viste, se prepara y está listo antes que nosotros”, cuenta Germán.

El pequeño, disfruta y deja cualquier cosa por ir a la exposiciones, dice su papá. “Negoció las faltas a la escuela para poder estar acá los días de jura y los días previos”, destaca. La negociación fue dura: “Bañarme, ponerme el despertador, hacer la tarea todos los días”, enumera Faustino. “Yo dejo la escuela, el deporte, todo por venir acá. No lo cambio por nada”, remarca. “Me gusta venir porque hay muchas vacas, hay juegos, es un espacio gigante, podés ver muchos animales y trabajar también”, expresa.

En la Expo Nacional de Razas de este año, fue parte de dos jornadas intensas de trabajo desde la mañana hasta la tarde. “En algunos lotes entra y en otros, no, en los bozales entró con algunos terneros, es el único presentador pequeño”, señala su padre.

Pero en la exposición también hay algunos niños más, todos se conocen desde muy chiquitos. Ellos mismos decidieron armar la Braford Kids, que presentan el miércoles en el predio de Riachuelo. Las que más trabajaron en la organización fueron las nenas, cuentan. “Es un espacio en el que vamos a jugar, es para los nenitos que están aburridos, vamos a hacer actividades relacionadas con la ganadería. Somos cerca de quince entre chicos y chicas, todos de menos de 12 años”, detalla Faustino.

 

El niño es feliz en en la exposición, se advierte en la expresión de su cara cuando narra su experiencia. “Él viene hacer rato saliendo a pista, acompañándome, se divierte, y para mí es un placer. El año pasado, en el Mundial de Braford, presentamos una vaca con cría, yo tenía la vaca y él el ternero, y fue una de las cosas más lindas que me pasaron en la vida”, subraya Germán.

 

Fuente: Clarin