La firma arrocera Dos Hermanos tiene su origen hace 65 años en la ciudad entrerriana de Concordia, cerca de la zona tradicional para ese cultivo en Entre Ríos. Allí mantiene su molino, pero como muchos otros productores de arroz de esa provincia, con los años fueron migrando hacia el norte con sus arrozales, se introdujeron en Corrientes y la convirtieron en la principal productora del cereal.

 

El motivo de aquella primera mudanza fue el alto costo de la energía que utilizaban para extraer el agua, un recurso vital pues los lotes de arroz necesitan ser inundado en un momento de su ciclo. Las tarifas enterrrianas hacían cuesta arriba el negocio si las bombas eran electricas. Los precios del gasoil también eran una limitante para el uso de las bombas. Más al norte, en cambio, podían comenzar a trabajar con represas: acumular el agua desde cursos naturales existentes y luego administrarla para poder llevar adelante los cultivos con costos más bajos.

 

“Fue una migración de muchos arroceros de Entre Ríos, a los que les resultaba muy caro el riego por pozo, empezaron a buscar alternativas en el norte de Entre Ríos y sur de Corrientes. Se daba una particularidad muy especial: eran tierras muy aptas, y se podía construir una obra de contención de agua de lluvia a los bajos, y se llenaba la represa”, relata Enrique Agosti, segunda generación al frente de Dos Hermanos. Bichos de Campo lo entrevistó en Los Conquistadores, un pueblo ubicado a pocos kilómetros de la frontera entre ambos provincias.

 

El cambio de locación les significaba dejar de erogar unos 350 litros de gasoil por hectárea y bajar el consumo a 150 litros. La diferencia se debe a la posibilidad que brindan las represas. “Se va administrando el recurso y se hace toda la logística de distribución por canales primarios y secundario”, indicó Agosti. El cultivo se hace no solo más sustentable en términos económicos sino también ambientales.

 

El empresario arrocero acepta que, a pesar de los beneficios visibles de las “represas” el sector debe lidiar con cierto rechazo social: los ambientalistas critican con mucho mayor énfasis el riego que se realiza aprovechando los cursos de agua superficial que el que requiere grandes cantidades de gasoil. “Los productores no hemos sabido expresarnos, no supimos articular lo privado y lo público para hacer una mejor difusión de cómo es el uso del agua”, dijo Agosti, recogiendo el guante para mejorar esa gestión.

 

En este contexto ha cumplido una década de parálisis un viejo proyecto de obra publica llamado “Acueducto Mandisoví”, entre otros acueductos que empresas de capitales chinos se propusieron financiar (y construir) en la provincia de Entre Ríos, con sendos acuerdos firmados en 2013 por el ex gobernador Sergio Urribarri y unos meses después por la ex presidenta Cristina Kirchner. La obra planteaba aprovechar el agua del Río Uruguay en toda la cuenca del Arroyo Mandisoví, para implementar un sistema colectivo de riego que abarcaría unas 30 mil hectáreas, no solo de producción arrocera sino también la citrícola de esa parte de Entre Ríos. Luego de un largo derrotero, luego fue descartada por la gestión del gobernador actual, Gustavo Bordet.

 

En medio de la feroz sequía que afectó también el llenado de las represas existentes, y provocó finalmente la reducción a la mitad de la producción arrocera por la falta de agua para riego, el proyecto Mandisoví volvió a estar en boca de toda la comunidad productiva de esta región. El sueño intacto de extraer agua de la represa de Salto Grande y regar toda la zona sigue intacto a pesar del paso de los años, y que desde el gobierno nacional han dejado de impulsarlo con el énfasis de antaño.

 

“Somos cada vez más dependientes de la lluvia, fundamentalmente. Y es lo que estamos padeciendo acá, en la zona fuerte del arroz. En el centro y sur de Corrientes y el norte de Entre Ríos, terminamos el 2022 con el promedio más bajo de lluvia. Lo histórico para Dos Hermanos es 1250 milímetros y apenas tuvimos 650”, describió Agosti.

 

Según el empresario agrícola, la posibilidad de extraer agua para riego de la represa hidroeléctrica existente sobre el río Uruguay ya figuraba en los estatutos binacionales de Salto Grande. Agosti reconoció que “No pudimos desarrollarlo, no pudimos finalizarlo, se trabajó casi 10 años. Siempre desde el sector privado. No supimos articular entre la parte pública y la parte privada”.

 

“Tenemos claro cuáles fueron los objetivos que nosotros veíamos con esto. Fue un pedido de extrema necesidad, porque era darle garantía -en ese momento- de producción a 20 mil hectáreas de arroz, y con un potencial todavía de crecimiento al doble. Y darles también agua a los cultivos de citrus, pues hay una zona de quinta que está relegada. Había mil hectáreas que no tenían y no tienen como extraer agua”, explicó Agosti.

 

Repasando el anhelado proyecto Mandisoví, el rorductor manifestó que “era un sistema para interconectar toda la represa por gravedad, poniendo el agua en la zona de Los Conquistadores, el punto más alto de la provincia, va bajando por gravedad, se interconectaba por canal todo el sistema.

 

Agosti citó el ejemplo de Mendoza, una provincia pionera en el uso de represas, canales y manejo del recurso. “Ahí saben lo importante que es tener el agua en los campos, regar, y el potencial que tenés de crecimiento regando. Ojalá que podamos salir adelante, sería fundamental poder hacer una comisión de regantes, porque el proyecto en sí tiene muchas partes cumplidas: desde la aprobación del BID hasta las asambleas con la parte de ambiente, estabn todas resueltas. La verdad, no hemos sabido articular, no supimos cómo manejar y ahí fuimos un poquito inmaduros”.

 

Agosti recordó: “somos un país exportador en materia agropecuaria, pero para eso necesitamos tener apoyo, creo que si obtenemos ese apoyo se pueden lograr cosas importantes”.