Tras un verano con fuerte déficit de agua, la sequía actual hace acordar a la de 2009, una de las peores de las que se tenga registro para el cereal. El núcleo triguero del sur bonaerense asoma como el único bastión que podría salvar la campaña.
Tras una campaña de granos 2022/23 que representó un golpe a la productividad, generó quebrantos económicos y recortó el ingreso de divisas, todas las miradas apuntan al trigo, que en días comenzará a sembrarse.
En este contexto, las proyecciones climáticas chocaron contra la realidad y si bien los especialistas anunciaron que la “Niña” se retiraría y la siembra del cereal llegaría con perfiles cargados, las lluvias siguen demoradas.
La Bolsa de Comercio de Rosario (BCR) señaló que los productores enfrentarán una siembra fina con una seca similar a 2009.
De este modo, antes que las sembradoras entren a la cancha, la entidad rosarina advirtió que aumentan las posibilidades de reducción de áreas trigueras en Córdoba, La Pampa, Santa Fe y centro y norte bonaerense.
“Por necesidades financieras la siembra de trigo 2023/24 debería poder superar las 7 millones de hectáreas, pero con escasa reserva de agua, la falta de lluvias complica las intenciones de los productores para el trigo”, remarcaron.
Tras la extrema falta de agua en los perfiles de suelo que dejó la campaña gruesa 2022/23 y las escasas lluvias registradas en abril de 2023, precipitaciones inclusive muy por debajo de abril de 2022, el potencial de concretar las intenciones de siembra en gran parte de la región pampeana está limitado.
RECUERDOS DE 2009
La BCR consideró que para legar a un área sembrada similar al ciclo 2021/22, se necesitan lluvias que cubran más que una cuarta parte de las necesidades actuales de los suelos de la región pampeana.
En la campaña 21/22, la siembra del cereal en todo el país fue de 6,9 millones de hectáreas. “Es muy difícil trazar un escenario nacional en este marco de referencia, ya que en buena parte de la región pampeana no hay condiciones agronómicas que aseguren mínimas condiciones de productividad”, afirmaron.
En 2022, el foco de la sequía estaba en el oeste y desde las provincias de Córdoba y San Luis fue expandiéndose hacia el este. A diferencia de esas regionales, las condiciones en Buenos Aires eran buenas.
Pero este año muestra una foto diferente. “Buenos Aires arranca mayo con la mitad del territorio en la categoría muy seco“, estimaron. Esto significa que los perfiles de suelo –teniendo en cuenta el primer metro y la ocupación de una pradera permanente- presentan las condiciones más secas de las tres últimas décadas.
De todas maneras, existen algunas diferencias con el 2009. En esa fecha, las condiciones de falta de agua afectaban al sudeste bonaerense y tuvo un fuerte impacto en las regiones oeste y norte, que este año se encuentran en mejor situación.