La anécdota es famosa en el sector azucarero argentino. Antes de finalizar su gobierno en 2015, la ex presidenta Cristina Kirchner realizó un acto en Tecnópolis para mostrar allí que durante su gobierno se habían generado los primeros cultivos transgénicos desarrollados en la Argentina. Presentó en sociedad primero la soja HB4 de Bioceres, el antepasado directo del trigo HB4; una papa resistente a virus de la empresa Tecnoplant… Y cuando estaba a punto de presentar la primera caña de azúcar resistente a glifosato hubo alboroto y a último momento se retiró ese expediente.
Ya contamos que fue lo que sucedió ese día: en la industria azucarera primaron los temores a que el publico que consume azúcar cotidianamente expresara su rechazo a la caña transgénica, ya que hubiera sido el primer cultivo modificado genéticamente para consumo humano directo. Los productores tucumanos se quedaron entonces con las ganas, porque aquella variedad desarrollada por la Estación Agropecuaria Obispo Colombres (EEAOC) finalmente jamás se liberó al medio. Dos años después Brasil aprobó su propia caña OGM, también resistente a herbicidas, y allá no sucedió nada de todo lo que se temía.
Pasaron varios años y recién ahora se respiran aires de revancha para los que creen que la biotecnología puede ayudar mucho al desarrollo del cultivo de la caña de azúcar, en especial en su expansión territorial hacia zonas algo más secas que las que rodean San Miguel de Tucumán, donde hay unas 300.000 hectáreas de cañaverales convencionales.
Si todo sale según los planes del grupo azucarero Los Balcanes, uno de los mayores productores de caña del país, antes de fin de año la Conabia aprobaría la primera caña transgénica argentina, que ya no ofrecerá resistencia al glifosato como aquella de la EEAOC sino que contendrá el mismo gen de tolerancia al estrés hídrico que descubrió la investigadora del Conicet Raquel Chan en los años 90 y que la empresa Bioceres introdujo primero en la soja y luego en el trigo HB4, que despertó polémicas con su aprobación el año pasado. ¿Por qué la polémica? Por el mismo temor que existía antes con el azúcar, que como el trigo es un alimento de consumo directo para los seres humanos.
Previniendo esa misma discusión, desde Los Balcanes avisan que aunque el uso de esa caña HB4 no implicar ningún riesgo frente a las variedades convencionales, se asegurará que el nuevo transgénico sea sembrado y trazado para su utilización solamente en la elaboración del bioetanol, el alcohol renovable que se está utilizando para rebajar en 12% las naftas de todos los vehículos del país.
El cercano lanzamiento de la caña de azúcar HB4 fue Federico Pérez Zamora, que es ingeniero agrónomo y director del Centro Integral de Biotecnología Aplicada (CIBA) que funciona en la Universidad privada San Pablo, al su de Tucumán y creada por el grupo Los Balcanes. “La caña de azúcar HB4 es un proyecto que se viene trabajando desde un tiempo atrás. Está en las etapas evaluatorias”, indicó el experto tucumano.
-¿Es el mismo gen que está en el trigo y en la soja?
–Correcto. Pero ese es el primero dentro de un programa grande de caña transgénica. Nuestro proyecto apunta a usar todos los beneficios de la transgénesis para ir resolviendo problemas agronómicos e industriales que tiene la caña de azúcar, para hacer más competitivo el sector dentro de lo que es el territorio de Tucumán, y para llevar la producción de caña de azúcar a otras áreas de la Argentina.
La caña de azúcar requiere, para desarrollarse correctamente, grandes cantidades de agua, estimadas entre 1.000 y 1.300 milímetros anuales. En Tucumán llueve mucho y casi no es necesario el riego complementario. En Salta y Jujuy, en cambio, los ingenios son más dependientes del riego. Tener una caña de azúcar con el gen de resistencia a la sequía que se introdujo en el trigo, según la lógica, permitiría expandir el cultivo hacia zonas más secas ubicadas al este tucumano, casi llegando a Santiago del Estero e incluso ingresando en dicha provincia.
-¿Y en qué situación está esa caña OGM?
-La HB4 está en los estados avanzados de experimentación en campo. Venimos siguiendo paso a paso todo lo que es el desarrollo, para en el momento que ellos indiquen (por la Comisión Nacional de Biotecnología Agropecuaria) puede ser multiplicada y utilizada.
-¿Cuál es la expectativa de tiempo para la aprobación? Esta sería la primera caña transgénica del país.
-En el país sería la primera caña transgénica. Con respecto a los tiempos, nuestro objetivo es que pueda estar liberada antes de fin de año.
La tolerancia a la sequía (el gen HB4 fue enviado al CIBA desde Bioceres, así como el de resistencia al glufosinato de amonio), es solo una de las líneas de investigación que se siguen en este centro de biotecnología tucumano. Pérez Zamora nos sorprende al anunciar que también ensayan con una caña a la que se le insertó el gen HB1.
-Ahí te tengo que interrumpir para preguntarte qué es el HB1.
-El HB1 es otro gen también desarrollado por Raquel Chan. Nosotros a partir de un convenio con el Conicet lo estamos ensayando en caña de azúcar. La que el HB1 le proporciona la caña de azúcar es cierta tolerancia al estrés y también mejora la tolerancia de la sacarosa al frío. La caña de azúcar es como una gramínea tropical que no está acostumbrada a tener heladas. Entonces, lo que pasa normalmente en los climas de subtrópico, como es Tucumán, ante la ocurrencia de una helada, es que los jugos empiezan a desdoblar su sacarosa en otros compuestos que no son los que uno quisiera. Estas variedades tienen cierta tolerancia, resisten un poco más a esa degradación del jugo.
Los desarrollos del Conicet y Bioceres no son los únicos con los que están ensayando en la Universidad de San Pablo, cuyo campus está ubicado -al igual que el CIBA- muy cerca de las ruinas del viejo ingenio San Pablo, al sur de la capital provincia. Hasta allí también llegaron de Brasil algunas licencias para utilizar los genes de resistencia al glifosato y de resistencia a un gusano que entra en el tallo de la caña y también descompone la sacarosa.
-¿Entonces buscan tener una paleta amplia de soluciones agronómica? ¿Transgénicos apilados como ya existen en maíz o en soja?
-Exactamente. Después se pueden apilar otros genes si vemos que con el HB4 tenemos buenos saltos productivos.
El CIBA está en estos momentos aumentando exponencialmente sus instalaciones para disponer sobre todo de una mayor capacidad para la propagación de “semilla” de caña. Si estos eventos fueran finalmente aprobados como sucedió con el trigo HB4, en muy poco tiempo este centro está en condiciones de proveer las cañas necesarias para resembrar en miles de hectáreas. Esa plataforma de propagación ya se utiliza para ir saneando las variedades convencionales según los requerimientos de los ingenios de la región.
“Ellos traen sus cañas, nosotros la micro propagamos, la cultivamos en tejidos y después se la entregamos en forma de plantines para que constituyan su semilleros. Le hemos hecho mucho ese trabajo al ingenio Tabacal. Lo hicimos para el San Isidro, para ingenios de Santa Cruz de la Sierra (en Bolivia) y lo hacemos acá en Tucumán para varios ingenios”, explicó Pérez Zamora.
El investigador tucumano también está entusiasmado con otra línea de trabajo, que no implica transgénesis sino mejoramiento tradicional. Han importado algunas variedades de caña del norte de Brasil, que tienen “alto contenido, de fibra” y que entonces aportarían una gran producción de biomasa.
-¿Cómo lo explicas? ¿Es una caña con un alta frondosidad?.
–Son variedades que se obtienen en el estado de Alagoas. Son cañas que tienen mucha sangre de la caña originaria. Los antecesores de la caña de azúcar eran y tenían mucha capacidad de adaptación. Eran más tipo pasto y tenían más fibra. El mejoramiento genético durante mucho tiempo ha ido quitándole fibra y mejorando la cantidad de sacarosa, porque el negocio central era el cristal del azúcar. Pero este sector se transformó en una industria de múltiples productos. El azúcar pasó a ser un producto casi terciario, en donde podemos poner también alcohol y energía. Ahí empieza a ser muy estratégico que las cañas que vengan del campo al ingenio no solo tengan mucha sacarosa sino que puede revalorizarse la fibra, que es la fuente de energía del ingenio. Es la que le permite realizar todos los procesos de producción sin tener que recurrir a combustibles fósiles.
-¿Estas variedades de Brasil tienen mucho contenido de fibra y te permiten hacer reservas energéticas?
-Exactamente. Nosotros ya en febrero de 2022 trajimos nuestra primer grupo de variedades, que se están multiplicando y ya se están probando a campo, para ya empezarlas a producir en buena cantidad. Así que estamos en tratativas para buscar variedades que tengan alta fibra y también un buen contenido de sacarosa multipropósito.