Pensar que siempre existe una excusa válida para robar no hace menos culpable al ladrón.

El analista Salvador Vitelli de Romano Group se tomó el trabajo de calcular la recaudación por derechos de exportación en moneda constante y la cifra en los últimos veintidós años es del orden de 200.000 millones de dólares. Es decir: más de 9000 millones de dólares por año en el período considerado.

En la Argentina estamos tan pobres que cualquiera que viene de afuera con un anuncio de inversión de algunas decenas de millones de dólares se lo recibe en alfombra roja ¿Se imaginan todos los años anuncios de miles de millones de dólares para montar frigoríficos, fábricas de chacinados, hamburguesas, alimentos congelados y curtiembres?

No hace falta que se lo imaginen, porque eso ya sucedió en Brasil, donde la mayor parte de la renta agrícola se reinvirtió en el país para agregarle valor a los granos a través de la producción de proteínas cárnicas y transformarse en uno de los mayores exportadores mundiales de carne aviar y porcina.

En las últimas dos décadas las exportaciones brasileñas de carne aviar crecieron casi un 200%, mientras que las de carne porcina aumentaron más de un 130%. No fue magia: sólo producto del esfuerzo ante la posibilidad de disponer del capital propio.

Lo interesante es conocer quiénes fueron y son los protagonistas de ese fenómeno histórico. ¿Grandes capitales del exterior? Nada que ver. Fueron los propios empresarios agropecuarios brasileños, ya sea por cuenta propia o a través de cooperativas.

El “espejo” brasileño permite ver lo que habría sucedido en la Argentina si el Estado no se hubiese apropiado de manera indebida de la renta agropecuaria.

La contrapartida de esa extracción salvaje no fue, lamentablemente, un crecimiento del bienestar de la mayor parte de la población argentina, sino más bien lo contrario, porque esos recursos –en el mejor de los casos– se emplearon para crear estructuras estatales que, lejos de aportar valor, lo restaron al interferir en los procesos de creación de riqueza generados en el ámbito del sector privado. El costo de instaurar una cleptocracia está a la vista.

Ni bien asumió el gobierno nacional, el presidente Milei se propuso aumentar los derechos de exportación aplicados al agro porque consideró que con la devaluación del peso el sector había obtenido una ganancia sustancial. Nuevamente, una excusa para justificar el robo.

Ayer, durante la inauguración de las sesiones legislativas, el mismo presidente Milei mencionó entre los diez puntos básicos del “Pacto del 25 de Mayo” una reducción de la presión impositiva que contribuya a promover el comercio.

En los próximos días, cuando el presidente vuelva a enviar un megaproyecto al Congreso, veremos cuál de los dos Milei es el que está gobernando el país.

Milei convocó a los gobernadores a firmar un “pacto” que propone reducir la presión impositiva para promover el comercio (¿chau retenciones?)

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